La ceguera es la afección más común en las tortugas de agua. A simple vista se notan los párpados muy inflamados, cerrados y con un color blanquecino. La tortuga queda totalmente ciega, no se alimenta y acaba por morir de inanición.
En estos casos, a pesar de la ceguera, el ojo esta totalmente sano y lo que ocurre es que se ha producido una metaplastia de la glándula de Harder (encargada de excretar el exceso de sal del organismo) cuya consecuencia es la degeneración del tejido de los párpados, endureciéndolos tremendamente.
Los ejemplares jóvenes pueden ser bastante difíciles de salvar, especialmente si presentan síntomas de desnutrición avanzada.
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